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La papaya produce un característico fruto alargado y globoso con la pulpa jugosa y dulce de un intenso color naranja cuando está madura. En su interior hay una cavidad con muchas semillas de color oscuro. Es una fruta cada vez más demandada y consumida por sus propiedades saludables.
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Prospera bien en una amplia gama de suelos, pero los más adecuados son los profundos y con buen drenaje. Puede tolerar ligeros fríos, pero no las heladas. Es esencial el calor para un buen desarrollo vegetativo y una producción satisfactoria de frutos con calidad comercial, la falta de calor merma la calidad de los éstos. Tolera bien los vientos moderados. Soporta la sequía, aunque la calidad de los frutos y la productividad decaen con un riego y abonado deficitario. Durante el primer año necesita aportes abundantes de nitrógeno.
Es una planta con mucho atractivo ornamental, cuya forma recuerda a las palmeras. Sus hojas son palmeadas, muy llamativas, de gran tamaño y con largos pecíolos. La papaya es adecuada como planta ornamental tanto de exterior como de interior. En el interior es preferiblemente criarla en un lugar soleado y ventilado.
La papaya suele fructificar alrededor del primer año de su plantación. Se recomienda aclareo de flores y frutos deformes para obtener frutos de más elevada calidad. En su punto óptimo de madurez, su pulpa es muy dulce y jugosa, teniendo un alto contenido en vitaminas A y C, antioxidantes y papaína.